Los beneficios de ser humilde

La humildad es un rasgo de personalidad Fuerte y Determinante. Es una fortaleza necesaria para ser feliz, para aprender constantemente, para mejorar las relaciones sociales, para forjar un liderazgo efectivo etc. En terapia, es un rasgo para cualquier curación.

PERO HOY EN DIA, SER HUMILDE NO SE LLEVA, incluso si lo buscas en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, se te quitarán las ganas de serlo, pues hace referencia a “sumisión y rendimiento”.

Humildad es un término que proviene de la raíz del latín “HUMUS” … en las partes bajas del suelo. Estas partes son precisamente las que aportan mayor fertilidad a la tierra.

Ser humilde, es reconocer nuestras limitaciones con el objetivo de aprender. Acercarse a la humildad, significa conectar con uno mismo, atender nuestro malestar y ser capaces de mostrarlo a los demás, aceptar lo genuino y propio de cada uno. Conocer nuestros fracasos, falsedades y manipulaciones, conocer lo que mostramos y no somos y comprobar que podemos estar sin máscaras y sostenernos nosotros mismos. Reconociendo también nuestras virtudes.     Es abrirnos a la espontaneidad, a los errores también a la alegría, a la risa y al reconocernos en lo que hacemos.

Es verdad que actualmente es complicado llegar a hacer todo esto. Estamos llenos de obligaciones, de presiones laborales, de proyectos, de actitudes que demostrar y no defraudar. Estamos inmersos en una vorágine donde es complicado pararnos a ver qué es lo que nos hace felices. Pues precisamente es aquí donde empieza la humildad, comprendiendo que es lo importante por encima de todo lo demás.

Lo contrario de la humildad es la soberbia, mostrarnos orgullosos y arrogantes es una forma engañosa de sentirnos más importantes que los demás buscando ser reconocidos.

Humildad, significa mostrar lo que hay sin trampa ni cartón. No hay ganadores ni perdedores. Reconocer que no somos todo y que no siempre podemos triunfar y tener éxito. El éxito es existir y desarrollar tus potencialidades. Lo demás es accesorio.

Llegar al fondo de nuestra pequeñez, de nuestra nada, es muy importante porque ahí esta TODO. Esto requiere capacidad de introspección, apertura de mente, perspectiva y pensamiento crítico. Saber escuchar, saber entender los silencios, ser receptivos y cercanos, cómplices y sencillos. Esto es ser humildes.

Desde la humildad aprendemos de cada experiencia, sacamos provecho a la vida. Al permitir que la vida nos enseñe, construimos muy buenos cimientos para hacernos cargo de nosotros mismos. Ya no nos sentimos víctimas de las circunstancias si no que nos responsabilizamos de nuestra vida.

Es en las cosas sencillas donde reside la verdadera calidad de vida. En el “humus” de nuestra esencia, ahí donde logramos desprendernos de todo lo superficial.

¿Qué tal si lo ponemos en práctica?

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